Orar con el Padre Pío
Laureano J. Benítez
Grande-Caballero
EDITORIAL DESCLÉE
DE BROUWER, 2004, 7 ª
edición
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Índice
1.
- “Ven y sígueme”.
2.
- “Sacerdote santo y víctima perfecta.
3.
- Una estrella en el camino: María.
4.
- Cartas.
5.
- “Crucificado sin cruz: Los estigmas”.
6.
- Unos dones extraordinarios.
7.
- Del Calvario al Tabor: La mística de la Cruz.
8.
- “Solo soy un fraile que reza”.
9.
- Varón de dolores.
10.
- En el confesionario
11.
- En brazos de la divina misericordia.
12.
- El humor del Padre Pío.
13.
- La santa humildad.
14.
- La Caridad: El Hospital de Dios.
15.
- Los dones del Espíritu Santo.
16.
- Muerte y Testimonios.
Resumen de la
obra
La obra "Obrar con el
padre Pío" recoge los hechos principales de la vida del santo Padre Pío de
Pietrelcina, pero no es una biografía convencional, pues está realizada con la
intención primordial de recoger sus testimonios, citando sus palabras y
pensamientos fundamentales, a manera de una antología donde es el mismo padre
Pío quien nos explica su mensaje y sus vivencias. El autor se limita a engarzar
e hilvanar con breves comentarios los hechos que protagonizó y las palabras que
dijo, presentándolos frecuentemente en forma de anécdotas que pueden
proporcionar materiales para la reflexión y la oración.
Estos materiales recogidos se disponen
siguiendo un orden más o menos cronológico, que proporciona al libro un carácter
biográfico, y se agrupan por temas, los cuales tiene también una estructura que
recoge los ámbitos fundamentales de la vida cristiana: la conversión y la
llamada, el amor a Cristo, la devoción a María, los carismas y dones
sobrenaturales, la vida sacerdotal, la mística de la Cruz, la vida penitencial,
la misericordia divina, las virtudes cristianas, la caridad, y el sentido de la
muerte.
Editada como obra de bolsillo, su brevedad y
sencillez le añaden las características necesarias para que pueda ser usado como
un práctico libro de oración y reflexión.
El Padre Pío de
Pietrelcina (1887 - 1868), fraile capuchino durante 61 años, es mundialmente
conocido porque llevó los estigmas de Cristo durante cincuenta años exactos,
siendo el único sacerdote estigmatizado de la historia de la Iglesia, y el que
más tiempo llevó los estigmas. Además, fue portador de otros muchos dones
místicos (éxtasis, visiones, clarividencia, bilocaciones, olor de santidad y
sanaciones milagrosas).
Aunque las
gracias sobrenaturales son comunes a
muchos santos, en el Padre Pío llama la atención el hecho de que las tuviera todas, en una concentración de carismas única
en la historia de la Iglesia.
A su extraordinaria personalidad pueden aplicársele con todo propiedad aquellas
palabras del evangelio:
“Maestro,
sabemos que has sido enviado por Dios, porque nadie puede hacer los milagros que
tú haces.”
Los carismas sobrenaturales que suelen
acompañar a la santidad son otorgados por Dios de forma gratuita —pues nadie
puede merecerlos—, pero no casual. Más bien sucede que esos dones
extraordinarios son la señal visible con la que el poder divino quiere poner de
relieve las virtudes, no menos extraordinarias, que poseen algunas almas
escogidas, con la intención de que los fenómenos milagrosos las resalten, y así
los den a conocer.
A pesar de la
espectacularidad de los hechos paranormales que protagonizó en su vida, el
verdadero carisma de santidad del Padre Pío no radica en ellos, sino en la
perfección admirable con la que vivió en su existencia las virtudes cristianas:
humildad, paciencia, resignación, abandono, confianza, obediencia, caridad,
perdón, etc.
“No son esos dones del Espíritu Santo los que hacen su grandeza,
pues como todas las gracias, son dones gratuitos que el Señor distribuye como le
place, por el bien de la Iglesia. Su más auténtico timbre de gloria fue su
participación en la Cruz... Sufría con Cristo, poniendo con su sufrimiento lo
que faltaba a su Pasión.” (Cardenal Lercaro)
“Si
hoy Pío de Pietralcina es finalmente beato, no lo debe a los estigmas, la
bilocación, las visiones, premoniciones
y éxtasis, dones que Dios concede con cuentagotas, fuera del alcance de la
mayoría de los mortales, sino por haber practicado –eso sí, en grado heroico–
virtudes exigibles a todos los cristianos: la fe, la esperanza, la caridad, la
justicia, la fortaleza, la prudencia, la templanza, y ―como religioso
consagrado― la pobreza, la castidad y la obediencia.”
El Padre Pío nunca salió de su convento, no
escribió libros, no era un teólogo erudito, ni tuvo títulos de dignidad... su
existencia fue la de un simple sacerdote que decía misa y confesaba.
"¡Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido
en torno a sí! ¿Por qué? ¿Quizá porque era filósofo o sabio o tenía medios a
disposición?… No, sino porque decía Misa humildemente, confesaba desde la mañana
hasta la noche… ¡Era un hombre de oración y sufrimiento!.” (Pablo VI)
La figura
extraordinaria del padre Pío es la respuesta divina a unos tiempos difíciles,
oscuros, pudiendo decirse que la concentración de virtudes y dones
sobrenaturales en su persona es un hecho con el que la divina Providencia quiere
hacer una llamada a la conversión en una época marcada por el laicismo y el
materialismo, promoviendo esos dones maravillosos con el fin de contrarrestar el
poder omnipresente y retador de las sombras que hoy acechan a la
humanidad.
"La vida, obra y virtudes de un
santo tienen una unidad que expresa el misterio de Cristo. Un santo es el
desvelar se del rostro de Cristo para la gente en un cierto momento
histórico".
El
2 de mayo de 1999, Juan Pablo II ofició la ceremonia de su beatificación en la
Plaza de San Pedro. El 16 de junio 2002, fue canonizado.
Hoy en día, más de 6 millones de de peregrinos
acuden cada año a visitar su tumba en el convento de san Giovanni Rotondo, donde
el sacerdote estigmatizado vivió casi toda su vida de fraile capuchino. Después
de el Vaticano, es el lugar cristiano más visitado del mundo.
Capítulo 5
“Crucificado sin cruz: los estigmas”
Los años oscuros que pasó
en su Pietrelcina natal, sembrados de éxtasis y tormentos interiores, de
visiones celestiales y largas enfermedades, constituyen un período de vital
importancia, pues durante ese tiempo Dios fue preparándole para la misión y el
testimonio que iba a pedirle en el futuro.
A finales de agosto de
1910, es decir, a los pocos días de su ordenación, empieza a sentir los primeros
dolores en las manos y en los pies. Aunque al principio eran ocasionales, estos
estigmas invisibles se hicieron permanentes más tarde, aunque sin mostrarse al
exterior, hasta que el 20 de septiembre de 1918 se hicieron sangrantes y
continuos. Estuvo como “un crucificado sin cruz”, participando en los
padecimientos de Cristo, durante cincuenta años exactos, ya que los estigmas le
desaparecieron el 20 de septiembre de 1968
En la lista de más de 250
estigmatizados reconocidos, donde figuran desde el fundador de su orden, San
Francisco, a santos tales como Catalina de Siena, María Magdalena de Pazzi, Gema
Galgani, y los casos más recientes de las místicas Anna Katalina Emmerich y
Teresa Neumann, es el único sacerdote, y el que más tiempo portó los
estigmas.
Esos estigmas eran una
gracia que Dios le concedía, pero también eran portadores de un mensaje, de un
testimonio para el mundo que apuntaba más allá de la simple constatación de un
milagro: recordar los sufrimientos padecidos por Cristo para la salvación del
mundo, y defender la eminente dignidad del sacerdocio.
Sin embargo, la gratuidad
del don no quiere decir que se le concedieran los estigmas al Padre Pío “por
casualidad”: él no había pedido los estigmas en su versión visible y milagrosa,
desde luego, pero sí deseaba padecer los mismos sufrimientos de Jesús en el
Calvario. como prueba de amor y para salvar almas.
“Desde hace tiempo siento una necesidad, la de ofrecerme al señor
como víctima por los pobres pecadores y por las almas del purgatorio. Este deseo
ha ido creciendo cada vez más en mi corazón, hasta el punto de que se ha
convertido, por así decir, en una fuerte pasión. Ya he hecho varias veces ese
ofrecimiento al Señor, presionándole para que vierta sobre mí los castigos que
están preparados para los pecadores y las almas del purgatorio, incluso
multiplicándolos por cien en mi, con tal de que convierta y salve a los
pecadores, y que acoja pronto en el paraíso a las almas del
purgatorio.”
Por otra parte, cuando
Dios marca a alguien con carismas extraordinarios, los utiliza como “reclamo”
para llamar la atención del mundo sobre la vida de esa persona, deseando que la
espectacularidad de esos milagros dé a conocer valores y virtudes que podrían
correr el riesgo de no ser suficientemente conocidos.
En este sentido, desde el
fenómeno de la estigmatización comenzaron a acudir multitudes de peregrinos a
San Giovanni Rotondo, hasta que, al cabo de poco tiempo, el capuchino de los
estigmas era mundialmente conocido. Entre esas masas de peregrinos el Padre Pío
pudo llevar a cabo su tarea de salvar almas, pues muchos de los que acudían
atraídos por lo sobrenatural o por pura curiosidad acababan de rodillas a sus
pies, en conversiones fulminantes.
Como dijo P. Fidel
González, Consultor de la Congregación para las Causas de los Santos, “en él se
verifica exactamente un cambio de marcha: no fue el misionero’ ad gentes’ que se
encaminó a evangelizar a los pueblos, sino que una ‘clientela mundial’ iba a
buscarlo con auténtica avidez para ser evangelizada.”
**********
La santidad
suele ir acompañada muchas veces de gracias sobrenaturales y dones místicos, de
los cuales tuvo en abundancia el Padre Pío: estigmas, bilocaciones,
clarividencia, curaciones, milagros, éxtasis… Pero el don que siempre está
presente en todos ellos es “la santa humildad”, como ellos llaman a esta virtud,
que les hace considerarse indignos de los dones que gratuitamente se les
conceden, y que les lleva a intentar ocultarlos, por vergüenza.
“Tengo que responder ante
Dios de este don terrible”, decía, para
referirse a que los estigmas eran para él una responsabilidad, más que una
recompensa.
“Ayer
por la noche me sucedió algo que yo no sé explicar ni comprender. En medio de la
palma de las manos apareció un poco de rojo parecido a la forma de la moneda de
un céntimo, acompañado también de un dolor fuerte y agudo en esa zona.
Igualmente siento un poco de dolor bajo los pies. Este fenómeno se está
repitiendo desde hace casi un año. Pero no os preocupéis si es la primera vez
que os lo digo: es que he tenido que vencer una maldita vergüenza. Y aún ahora,
¡si supiérais la violencia que he tenido que hacerme para decíroslo! (Carta al
padre Benedetto, del 8 de septiembre de 1911)
Quienes,
como el P. Pío, se ofrecen como víctimas propiciatorias, buscan el sufrimiento,
pero nunca los méritos; nunca rechazan el dolor, pero se resisten a aceptar la
gloria que merecerían por su sacrificio. Durante los ocho años que padeció los
estigmas invisibles, sólo sus dos directores espirituales estaban al corriente
del fenómeno, que sólo menciona ocho veces en su numerosa correspondencia con
ellos, y, de ordinario, para responder por obediencia a sus preguntas
“La
primera vez que Jesús quiso honrarme con ese favor, los estigmas fueron
visibles, especialmente en una mano; después, porque mi alma quedaba bastante
aterrada por tal fenómeno, rogué al señor que retirara ese fenómeno visible.
Desde entonces ya no ha aparecido; pero, si las heridas han desaparecido, no ha
desaparecido el dolor agudo que se deja sentir particularmente en ciertas
circunstancias y en días determinados.” (Carta del 10 de octubre de 1915 al
padre Agostino).
“Levantaré con fuerza mi voz hasta Él, y no
cesaré de suplicarle que, por su misericordia, retire de mí no el desgarramiento
ni el dolor, porque lo veo imposible y yo siento deseos de embriagarme de dolor,
sino estas señale que me traen una confusión y una humillación indescriptibles e
inaguantables.”
El 14 de
septiembre de 1915, justo en la fecha de la Exaltación de la Santa Cruz, y en el
aniversario de la estigmatización de San Francisco, que tuvo lugar el 14 de
septiembre de 1224, los estigmas invisibles se hicieron permanentes.
A unos cien metros, detrás de la granja
en que trabajaba la familia Forgione,El P. Pío se había construido una choza de
paja para resguardarse de los rayos del sol, donde se refugiaba para estudiar y
orar. El 14 de septiembre de 1915, la madre, al advertir que su hijo no llegaba
a almorzar, se dirigió a la choza:
—¡Padre Pío! ¡Padre Pío! —le llamó. Después de unos
momentos, su hijo salió de la cabaña agitando las manos, como si se las hubiera
quemado.
Su
madre, de carácter siempre alegre, se sonrió y le dijo:
—¿Qué traes ahora que
vienes tocando la guitarra con las dos manos?
—No es nada —contestó el Padre Pío—, dolores insignificantes.
En
realidad el Padre Pío acababa de recibir los estigmas invisibles.
“El
Padre celestial no deja de hacerme participar de los dolores de su Hijo único,
incluso físicamente. Estos dolores son tan agudos, que no es posible
describirlos ni imaginarlos. Además, no sé si es falta de fortaleza o si es una
falta mía, pero cuando me encuentro en ese estado, lloro sin querer, como un
niño.”
Tres años
más tarde, los estigmas se hicieron visibles.
“En la mañana del día 20 del mes pasado (septiembre de 1918), en
el coro, después de celebrar la santa Misa, fui dominado por un descanso
semejante a un dulce sueño. Todos mis sentidos internos, así como las mismas
facultades de mi alma, se hallaban en una quietud indescriptible (…)
Mientras
me encontraba así, vi ante mí a un curioso personaje, cuyos pies y costado
sangraban abundantemente. Su vista me espantó; no sabría decir lo que
experimenté en ese momento. Me sentí morir, y habría muerto si el Señor no
hubiera intervenido para sostenerme el corazón. El personaje desapareció de mi
vista y me di cuenta de que mis manos, mis pies y mi costado estaban taladrados
y sangraban abundantemente. Imaginad el suplicio que sentí entonces y que sigo
sintiendo continuamente casi todos los días…”
Más tarde,
precisará que esas heridas o “flechas luminosas” partieron de las llagas del
crucifijo que había en el coro, transformado en un serafín que portaba las
llagas de Cristo.
Comienza
entonces una sucesión interminable de visitas al estigmatizado por parte de
médicos, teólogos y enviados especiales de las autoridades eclesiásticas, para
verificar la autenticidad del fenómeno. Como suele ocurrir en estos casos, la fe
de la gente sencilla advirtió, mucho antes que la razón y la ciencia de los
“expertos”, que aquel fenómeno extraño era una gracia sobrenatural, algo que
“olía” a santidad.
Todavía
nadie sabía nada de sus heridas cuando, a la mañana siguiente, una penitente del
Padre vio que tenía algo raro en las manos. Creyó primeramente que eran heridas
corrientes pero, al ver su localización y simetría, entendió que eran
estigmas.
Uno de los médicos
que le reconocieron nos da el siguiente testimonio:
“Las
heridas de las manos sangran ligeramente y casi de continuo. Lavadas con agua
clara, los estigmas aparecen como llagas circulares de unos dos centímetros de
diámetro, en el centro de la palma. Se ve exactamente el dorso de las manos, por
lo cual se trata de auténticas perforaciones. En consecuencia, el Padre no puede
nunca cerrar las manos por completo, y como Teresa Neumann, escribe con
dificultad. No es posible comprobar la profundidad de las heridas a causa de la
película que las recubre. Esta película se desprende con frecuencia y se le
forma otra.
Durante el día, el Padre Pío lleva guantes de lana marrón, excepto
para la celebración de la Misa, único momento del día en el que las heridas son
visibles a los fieles, por más que él se empeñe en ocultarlas empleando las
largas mangas de su alba. Por las noches, lleva generalmente guantes de algodón
blanco; por la mañana, están empapados de sangre y él mismo los lava en su
celda. Sólo por casualidad los Capuchinos son testigos de tales hechos.
También la herida del costado sangra continuamente, más o menos el
equivalente a una taza diaria, aunque la sangre sale mezclada con serosidad. Él
mismo coloca sobre la llaga un lienzo que sostiene por medio de una banda ancha
enrollada en su torso. Los frailes, que nunca tiran esos trozos de género
impregnados en sangre, no tienen derecho a distribuir ninguno de sus efectos
personales bajo pena de excomunión. Por eso, entrega en manos del Hermano
Vicario las gasas manchadas que luego son encerradas bajo llave. Las tiene que
renovar dos o tres veces por día.
Las
heridas de sus pies son de igual naturaleza y de igual forma que las de sus
manos, en el empeine y la planta del pie. La parte inferior esta siempre
impregnada de sangre. Su marcha es siempre incierta, lenta, titubeante.”
Más, a pesar de las
precauciones, algunas prendas en contacto con los estigmas llegan a poder de los fieles, que las tratan
como auténticas reliquias milagrosas. Lo cual no deja de tener sus razones…
Monseñor Damiani,
prelado uruguayo, logró uno de los guantes del Padre Pío en su visita a San
Giovanni, con la intención de curar a su hermana, gravemente enferma de un
cáncer de estómago, que le impedía ingerir ningún alimento, y de una lesión en
la aorta. De vuelta a Montevideo, colocó
el guante sobre el estomago, garganta y cuello de la moribunda, que
inmediatamente cayó en un profundo sueño. Al despertar, la paciente contó que el
Padre Pío había estado soplando sobre ella mientras rezaba. Esto ocurrió en
noviembre de 1921.
Pero el
capuchino estigmatizado todavía portaba un estigma invisible, una herida interna
que no sangraba, que no se mostraba a la luz, pero que era mucho más profunda
que las llagas externas. En la mística se la conoce con el nombre de “herida de
amor”, o “dardo de fuego”, una prueba común en muchos santos, que el Padre
sufrió —otra coincidencia— en la víspera de la fiesta de la Transfiguración (5
de agosto de 1918)
“Sí, mi
alma está herida de amor a Jesús; estoy enfermo de amor; siento de continuo el
dolor amargo de ese fuego que quema sin consumir.”
“Estaba
confesando a nuestros muchachos la tarde
del 5, cuando de pronto fui lleno de un terror extremado a la vista de un
personaje celestial, que se presentó ante los ojos de mi inteligencia. Tenía en
la mano una especie de instrumento, parecido a una hoja de hierro muy larga con
la punta afilada, que parecía que acababa de salir del fuego.
Ver todo
esto y observar que ese personaje lanzaba con toda violencia ese instrumento
contra mi alma, fue todo uno. Apenas si lancé un lamento, y me sentí morir. Ese
martirio duró sin interrupción hasta el 7. No puedo decir lo que sufrí durante
ese tiempo tan doloroso. Incluso creía que mis entrañas iban a ser arrancadas y
extraídas por ese instrumento. Desde ese día estoy herido de muerte. Siento en
lo más íntimo de mi alma una herida siempre abierta, que me hace sufrir de
continuo.”
En cierto
sentido, todos los creyentes estamos estigmatizados, pues llevamos
indeleblemente marcada en el corazón la presencia del Espíritu Santo, como una
llaga que demuestra el amor que Dios nos tiene, y que nos hace “a imagen y
semejanza de Él.” Tito Paolo Zecca, padre pasionista, afirma:
“En
el misterio de la resurrección de Jesús, el Evangelio muestra cómo no han
quedado canceladas sus llagas. En el Evangelio de Juan, cuando Jesús entra en el
Cenáculo con las puertas cerradas y saluda a los discípulos, muestra los
estigmas para identificarse. A santo Tomás le dice: “Mete tu dedo en mi
costado.” Este fenómeno muestra la eficacia de la salvación de Cristo en la Cruz
y permanece de manera particular en el signo de los estigmas, convirtiéndose en
un dato distintivo de la eficacia redentora y salvadora de la fe.
¿Por
qué da el Señor esta ‘gracia’ a ciertas personas? La respuesta está precisamente
en su misión. Es un servicio que la Iglesia necesita en un momento particular de
su historia. Es como un signo profético, un llamamiento, un dato sorprendente
capaz de recordar a los hombres las cosas esenciales, es decir, la conformación
con Cristo y la salvación de Cristo, que con sus llagas nos ha rescatado.
En
cierto sentido, todos nosotros llevamos los estigmas, pues con el bautismo
estamos sumergidos en la vida de Cristo, que nos permite participar en el
misterio pascual de su muerte y resurrección. En su pequeñez, cada uno de
nosotros lleva los estigmas. Si los lleva con espíritu de fe, esperanza,
valentía y fortaleza, estas llagas, que pueden ser purulentas y que no
cicatrizan nunca, pueden servir para curar a los demás.
En
definitiva, los estigmas representan la aceptación consciente de la Cruz vivida
espiritualmente’.
El día 20 de septiembre
de 1968, a los cincuenta años exactos de su aparición, le fueron retirados los
estigmas. Dos días después, el Padre Pío entregaba su alma a Dios.
En el cuarto aniversario de
la muerte del Padre Pío, el cardenal Siri definió así su misión: “El
sufrimiento por el pecado de los hombres. Quizá si el pecado del mundo no se
manifestara en todas direcciones, grave, pesado, opresor, con malicia satánica,
su caso habría sido otro, y quizá Dios le hubiera otorgado sus dones místicos
sin obligarle a estar medio siglo en la Cruz. Pero no ha sido así: ha sido un
signo de Dios.”
Novena al Sagrado Corazón de Jesús recitada diariamente por San Pío de Pietrelcina por todos aquellos que le solicitaban sus oraciones.
I.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: "En verdad os digo, pedid y obtendréis, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán”.
He ahí que, confiando en tu Palabra divina, yo llamo, yo busco, yo pido la gracia......
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, confío en Ti.
He ahí que, confiando en tu Palabra divina, yo llamo, yo busco, yo pido la gracia......
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, confío en Ti.
II.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: "En verdad os digo, todo aquello que pediréis a mi Padre en mi Nombre, El os lo concederá”. He ahí que al eterno Padre en tu Nombre yo pido la gracia.......
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, confío en Ti.
Sagrado Corazón de Jesús, confío en Ti.
III.- ¡Oh Jesús mío!, que dijiste: " En verdad os digo, pasarán los cielos y la tierra pero mis palabras jamás”.
He ahí que basándome en la infalibilidad de tus santas palabras yo pido la gracia......
He ahí que basándome en la infalibilidad de tus santas palabras yo pido la gracia......
Padre Nuestro, Avemaría y Gloria.
Sagrado Corazón de Jesús, confío en Ti.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús, el cual es imposible no sentir compasión por los infelices, ten piedad de nosotros, pobres pecadores, y concédenos las gracias que pedimos en nombre del Inmaculado Corazón de María, nuestra tierna Madre, San José, padre adoptivo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.
(Rezar Dios te salve...)
He aquí que llamo busco y pido la gracia de.......................
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre, etc. Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío.
Oración:
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús!, solamente una cosa se os ha de ser imposible y eso consiste en no tener compasión de los afligidos. Ten piedad de nosotros miserables pecadores y conceded la gracia que os pedimos, mediante el Doloroso e Inmaculado Corazón de María, Vuestra tierna Madre, y nuestra Madre compasiva.
Rezad “La Salve” y añádase la siguiente jaculatoria: San José, Padre Guardián de Jesús, rogad por nosotros.
* * *
Novena al Padre Pio de Pietrelcina
1° Día
Amadísimo Padre San Pío de Pietrelcina, tú que has llevado sobre tu cuerpo los estigmas de Nuestro Dios Jesucristo. Tú que también has llevado la Cruz por todos nosotros, soportando los sufrimientos físicos y morales que te flagelaron continuamente el alma y el cuerpo, en un doloroso martirio. Te rogamos, intercedas ante Dios Todopoderoso para que cada uno de nosotros sepa aceptar las pequeñas y grandes Cruces de la vida, transformando cada individual sufrimiento en un seguro vínculo que nos ata a la Vida Eterna.
|
"Conviene acostumbrarse a los sufrimientos que Jesús os manda. Jesús que no puede soportar veros sufrir, vendrá a solicitaros y a confortaros, infundiendo nuevo ánimo en vuestro espíritu". Padre Pio
2° Día
Santísimo Padre San Pio de Pietrelcina, tú que te encuentras cerca de nuestro amadísimo Padre Dios Jesucristo, y has tenido la santidad y resistencia en las tentaciones del maligno. Tú que has sido golpeado por los demonios del infierno que quisieron convencerte a abandonar tu camino de santidad. Ruega a Dios por nosotros, para que con tu ayuda y con la de Nuestro Señor, encontremos la fortaleza espiritual para renunciar al pecado y para conservar la fe hasta el día de nuestra muerte.
|
"Ánimo y no temas la ira de Lucifer. Recordad siempre: qué es una buen señal cuando el enemigo se agita y ruge alrededor vuestro, ya que èsto demuestra que él no está dentro de tì". Padre Pio
3° Día
Virtuosísimo Padre San Pío de Pietrelcina, tú que has querido muchísimo a Nuestra Señora; y que cada día te concedió gracias y consuelos solamente por ELLA alcanzables. A la Virgen Santa, te suplicamos ruegues y pongas en Sus manos nuestros pecados y nuestras frías oraciones, para que como en Canà de Galilea, el Hijo le conceda a la Madre; y ya nuestro nombre será escrito en el Libro de la Vida.
|
"María sea la estrella que os alumbre el camino, os enseñe la calle segura para ir al Padre Celestial; Ella sea el asidero firme que tengáis, para que os conservéis cada vez más unidos estrechamente en el tiempo de la prueba ". Padre Pio
4° Día
Castísimo Padre San Pío de Pietrelcina; que tanto amastes y nos enseñastes a amar al Santo Ángel de la Guarda; el que te sirvió de compañía, de guía, de defensor y de mensajero. A ti las Figuras Angélicas llevaron los ruegos de tus hijos espirituales. Intercede cerca de Dios para que también nosotros aprendamos a hablar con nuestro Ángel de la Guarda, para que en todo momento sepamos obedecerle, pues es la luz viva de Dios que nos evita la desgracia de caer en pecado. Nuestro Ángel siempre está listo a señalarnos el camino del bien y a disuadirnos de hacer el mal.
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"Invoca a tu Ángel de la Guarda, que te iluminará y te conducirá. Dios te lo ha dado por este motivo. Por tanto válete de él". Padre Pio
5° Día
Prudentísimo Padre San Pío de Pietrelcina. Tú que tanto amas y nos enseñastes a amar a las Almas del Purgatorio; por las que te has ofrecido como víctima que expió sus penas. Ruega a Dios Nuestro Señor, para que ponga en nuestros corazones sentimientos de compasión y amor por estas almas. También nosotros ayudaremos a las Almas del Purgatorio y reduciremos sus tiempos de destierro y de gran aflicción. Ganaremos para Ellas, con sacrificios y oración, el descanso eterno de sus almas; y las santas Indulgencias necesarias para sacarlas del lugar del sufrimiento.
|
"Oh Señor, Padre Jesucristo; te suplico viertas sobre mí, todos los castigos que son para los pecadores y las ánimas benditas del purgatorio; multiplica sobre mí los sufrimientos, conque conviertes y salvas a los pecadores, y lìbralos pronto del tormento del purgatorio ". Padre Pio
6° Día
Obedientísimo Padre San Pío de Pietrelcina. Tú, que has querido tanto a los enfermos; más que a tì mismo porque en ellos vistes a Jesús. Tú, que en el nombre de Dios has obrado Milagros de sanaciòn en el cuerpo, en el alma, y en la mente, en el presente, en el pasado y en el futuro de las personas; devolviendo esperanza de vida y renovación del espíritu, y en la integridad total de las personas. Ruega a Dios para que todos los enfermos; por intercesión de Maria Santísima, puedan experimentar tu potente ayuda y a través de la sanaciòn de su cuerpo encontrar beneficios espirituales y agradecer para siempre a Dios.
|
"Si yo sé que una persona está afligida, sea en el alma o en el cuerpo, suplicaría a Dios para verla libre de sus males. De buena gana yo tomaría todos sus sufrimientos para verla salvada y cedería los frutos de tales sufrimientos en su favor". Padre Pio
7° Día
Benditìsimo Padre San Pio de Pietrelcina. Tú que has realizado el proyecto de salvación de Dios y has ofrecido tus sufrimientos para desatar a los pecadores de las riendas de Satanás. Ruega a Dios para que los hombres, que no creen, tengan una gran y verdadera fe y se conviertan; arrepintiéndose en lo profundo de su corazón; y que las personas con poca fe mejoren su vida cristiana; y que los hombres justos continúen sobre el camino de la salvación.
|
"Si el pobre mundo pudiera ver la belleza del alma sin pecado, todos los pecadores, todos los incrédulos se convertirían al instante." Padre Pio
8° Día
Purísimo Padre San Pío de Pietrelcina, Tú que has querido mucho a tus hijos espirituales. Muchos de tus hijos han sido comprados por ti con el precio de tu sangre. También nos concedes a los que no te hemos conocido personalmente, de considerarnos como tus hijos espirituales. Con tu paternal protección, con tu santa guía y con la fortaleza que conseguirás para nosotros de Dios, podremos, en el momento de la muerte, encontrarte en las puertas del Paraíso, en espera de nuestra llegada.
|
"Si me fuera posible, querría conseguir de Dios solamente una cosa;"si me dijera: "Vas al Paraíso" querría conseguir esta gracia: "Señor, no me dejéis ir al Paraíso hasta que el ultimo de mis hijos; la última de las personas que me han sido confiadas, haya entrado antes que Yo." Padre Pio
9° Día
Humildísimo Padre San Pío de Pietrelcina, Tú que has verdaderamente amado a la Santa Madre Iglesia. Ruega a Dios, nuestro Señor, al Señor de la Mies para que mande obreros a Su Mies, y regalos a cada uno de ellos; de manera que llenando el mundo de sacerdotes santos; obtengan la fuerza y la inspiración de Dios. Además te rogamos interceder ante la Santísima Siempre Virgen María; para que conduzcas a todos los hombres hacia la unidad de los cristianos, reuniéndolos en la gran casa de Dios; para que la Iglesia sea el faro de luz y salvación en el mar de tempestad que es la vida.
|
"Siempre mantente unido a la Santa Iglesia Católica, porque sólo ella puede salvarte, porque sólo ella posee a Jesús Sacramentado, que es el verdadero príncipe de la paz. Fuera de la Iglesia Católica, no hay salvación, ella te da el bautismo, el perdón de los pecados, el Cuerpo, la sangre, el Alma, y la Divinidad de Jesucristo, concediéndote por tanto la vida eterna; y todos los santos sacramentos para llevar una vida de santidad. Padre Pio
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